Shiva, dios hindú, simboliza aquella forma de energía que se manifiesta destruyendo lo negativo y lo innecesario para dejar crecer lo positivo. Forma parte de la Trinidad hinduísta (Trimurti) junto a Brahma, el dios creador, y Vishnu, el dios preservador. Es conocido también como el ‘Danzante Cósmico’ y guía a las personas en los tiempos de cambio.
Se le representa de varias formas: como yogui omnisciente que lleva una vida ascética en el monte Kailāsh; en su hogar junto a su familia (su esposa, Parvati, y sus dos hijos, Ganesha y Kartikeia); meditando o bien como Natarash (el rey de la danza), símbolo del baile del universo.
Su figura presenta tres ojos -el del medio está en la frente- como simbolismo de las tres divisiones del tiempo (pasado, presente y futuro); su piel es de color azul grisáceo; en la frente tiene una luna en cuarto creciente que significa la división del tiempo en meses; también tiene una serpiente alrededor del cuello que representa la división del tiempo en años y un collar de calaveras que simbolizan la sucesiva extinción y creación de las diferentes razas de la humanidad. Además, en sus brazos, tiene diferentes serpientes enroscadas y su cabello está enroscado sobre su cabeza en forma de rodete. En dos de sus cuatro manos sostiene un tridente y un tamborcito damaru (en forma de reloj de arena).
El símbolo de Shiva es un monolito de piedra o de mármol (lingam).
Para nombrar a Shiva existen 1008 nombres. Los más conocidos son: Maha deva (Gran dios), Maheishwara (el Gran Señor Mejor), Hara (Destructor), Isha (Señor), Sambhú (Donador de la felicidad), Sankra (Causante de la felicidad), Ishwara (el Señor Mejor)...